Una de las parafilias más conocidas es la zoofilia o bestialismo. Este trastorno de la inclinación sexual supone la existencia de una atracción sexual consistente a lo largo del tiempo hacia otros animales no humanos. También llamada bestialismo en los casos en que el sujeto consuma sus fantasías, este trastorno tiene graves efectos en quienes lo sufren. Concretamente suelen ser sujetos que se avergüenzan de los actos que cometen, causando sensaciones de ansiedad y malestar (cosa que puede provocar la reincidencia del acto como método para aliviar dicha ansiedad), además de facilitar un deterioro continuado a nivel social e incluso laboral.
El nivel de atracción y el ser objeto de deseo puede ser muy variable. Existen personas zoofilicas que presentan una fijación con una especie en concreto y otros que se sienten atraídos por diversas especies. Hay que tener en cuenta que algunas prácticas zoofílicas son llevadas a cabo de manera sustitutoria ante la imposibilidad de acceder al objeto de deseo verdadero, siendo éste las personas. Sin embargo el sujeto zoofilico sí tiende a tener mayor preferencia por seres no humanos.
Además de ello, hay que tener en cuenta que la zoofilia es una práctica penada por ley en múltiples países, debido al abuso que se comete con el animal en cuestión. El mantenimiento de relaciones sexuales con animales puede provocar también la transmisión de enfermedades severas, apareciendo infecciones de transmisión sexual como el linfogranuloma venéreo y otras alteraciones que pueden provocar grandes problemas en la calidad de vida de la persona. Asimismo, pueden provocarse durante el acto lesiones físicas tanto en persona como en animal, así como alteraciones conductuales posteriores a la cópula.
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